Sunday, November 02, 2014

Dark and Everscary Hag

La llaman La Loca. Le dicen, La Bruja. La critican por vieja. Susurran El Monstruo.
Pero nadie realmente sabe quién es...

Nadie la vio llegar, y probablemente nadie la vea abandonar su lugar. ¿Estará custodiando algo? ¿Estará buscando algo, o incluso alguien?! ¿O simplemente está esperando a que acontezca algo o que alguien se le cruce en su camino?

Algunos dicen que nació en aquel lugar, otros murmuran que sufrió una terrible maldición que la dejó atada a aquel lugar, para siempre. Con piernas y pies de madera, en forma de tronco de árbol, su movimiento parece imposible. Una túnica, labrada pareciera por los mismos dioses, cubre la parte superior de su cuerpo, haciendo imposible cualquier intento por inmiscuirse. Unas manos frías, delgadas y casi esqueléticas, puntiagudas de uñas extensamente largas asoman a través de las mangas anchas y caídas, pero estas están inmóviles, sujetadas por sogas de indefinidos materiales, y muy fina costura, a unos cuernos que florecen por sobre su cabeza. De su cuello pende estático un collar con las mas variadas gemas y piedras preciosas, de diversas procedencias, aunque nadie puede asegurar con exactitud los lugares de origen.
Su rostro está parcialmente cubierto por una elaborada máscara de metal pálido que a su vez se confunde con la blancura de la piel, lo cual dificulta marcar cuándo empieza y termina uno y la otra. Sus ojos asemejan los de una araña, nunca sabiendo con cuál está escrutando. Pareciera que cada ojo poseyera un color diferente, aunque los mas valientes dicen haberla mirado fijo y que todos poseen la misma tonalidad.
La máscara que cubre parcialmente su rostro está hecha de un metal blanquecino, nunca antes visto por ojo humano, hay quienes dicen que gracias a ella es que los mortales que la cruzan pueden mirarla, de lo contrario el horror que expresaría aquel rostro los mataría del espanto. Otros dicen que como parte de la maldición que sufriese, nunca iría a poder quitarse aquella piedra tallada de la cabeza, y que con el tiempo enloquecería.
No pareciera contar con una boca con la cual comunicarse, de ahí los intentos fallidos, se atribuyen algunos, de establecer conversación alguna; mas bien pareciera ser la máscara solamente la cual delimita una suerte de hueco por el cual si ella así lo desease, podría emitir sonido alguno.
Los cuernos que se elevan del cráneo parecen ser de hueso, y es por eso que muchos la confundieron a simple vista con el mitológico Minotauro, nada mas lejos de la realidad. Hay quienes, en forma de chiste, para no caer presa del miedo que su sólo recuerdo produce, bromean diciendo que antes de caer víctima de la maldición aquella mujer poseía un marido, que la engañó mas de una vez, y de ahí como una marca de eterna humillación, los cuernos. No hay mas que decir que aquellos bromistas no contaron el chiste una segunda vez...

Hilos, sogas de la mas delicada seda penden aquí y allá, con variados colores, mas o menos claros, los cuales se mecen constantemente por obra del viento incesante y dan por momentos la apariencia de que aquel horror estático se moviese.

Dos detalles no menores llaman la atención por sobre la macabra figura, una mariposa suele ser vista siempre alrededor de aquella símil estatua, revoloteándole constantemente, así como también una serpiente oscura, que por momentos se esconde en la túnica entrando por una de las anchas mangas, y saliendo por la otra. Ambos animales conviviendo en armonía. Hay quienes cuentan en voz baja que el insecto es su hija, y el reptil su esposo.
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Nadie la vio llegar... ¿Alguno la verá marcharse? Nadie sabe exactamente qué hace allí, en la boca de aquella caverna, oscura y profunda, que ya nadie lo recuerda en el pueblo, pero era la única salida del mismo, hacia el mundo exterior.
Impávida ella, la desconocida, la temida, la oscura, la escalofriante por toda la eternidad, desde lo alto de la montaña, a la entrada de aquella oscura y profunda caverna, observa con clama y paciencia todo lo que ocurre bajo sus pies en aquel pueblo montañés, apresado de sus propios miedos y vergüenzas.