Friday, August 15, 2008

City of Sadness




Él se despierta, mirando por la ventana, y viendo ese cielo gris, como todos los días.
Él se levanta, y elige su ropa, como todos los días, la misma ropa que hace mucho tiempo.
Él se viste, sintiendo ese frío que solo se siente instantes después de levantarse de la cama
Hace algunos movimientos con el cuerpo, para elongarlo, para mantenerlo sano, y sale del cuarto.
Él se para frente al espejo del baño, y comienza a lavarse los dientes, como todos los días.
Luego, en la cocina, prende una hornalla y comienza a calentar el brebaje de todos los días.
Selecciona unas rodajas de pan, que unta con algún comestible.
Se para frente a una ventana grande, y observa lo que sucede afuera
A pocos metros de la ventana choca su mirada con otro hogar, no gustandole la vista, gira su mirada hacia otro lado, chocando nuevamente a muy pocos metros, casi se podría decir centimetros, con otro hogar, mira hacia arriba desesperandose, y vuelve a chocar, y vuelve a correr la mirada, y vuelve a chocar, y asi como todos los días, intentando escapar, aunque sea con la mirada, como si no estuviese enterado o acostumbrado, se pasa un largo rato frente a la ventana, la misma que desde hace mucho tiempo.
Sale, se dirige al trabajo. Sale escapando de ese ambiente opresivo.
Sale y se encuentra inmerso en un ambiente peor.
El cielo apenas se ve, en la distancia de las alturas, las sombras lo tapan todo, y los techos de las casas y balcones proyectan sobre el piso una luz verduzca brillante y siniestra.
La gente se arrastra como muertos vivientes, en medio de un mar de personas. Nadie mira a nadie, todos tienen una misión bien clara, llegar a sus puestos.
Las calles se continúan una luego de la otra, como una repetición identica de la anterior, monótonas, iguales, las mismas que siempre.
Las calles permanecen con unos centimetros de agua permanente, es necesario bajar con botas, o zapatos altos.
Lo unico que se destaca como nuevo, es la aparición diaria de algún nuevo cuerpo, descansando en algún rincón de la calle, asediado por las ratas desesperadas, pero ya a nadie le importa para prestarle la atención que merece.
Otra cosa nueva, puede llegar a ser la aparición escaza de algún vehículo de locomoción, aunque uno debería tener mucha suerte para ver uno de estos en la vida, sin contar con el vehículo de la Oficina de Planeamiento y Control para las Defunciones, el cual llega inexorablemente a cada habitante de la ciudad sin previo aviso...tienen suerte aquellos que amanecen en la vereda...
Miles y miles de cubículos, uno junto al otro, hasta donde llega la vista humana, los cubículos se extienden.
Trabajar para hacer algo, que beneficia a...alguien...en algun lugar...inutil.
Pasa un rato, largo, y abandono el lugar, junto al resto de miles, todos juntos, agolpándose, como muertos vivientes que se mueven con un solo objetivo en la cabeza, volver.
No se que habrá allá afuera, y no estoy seguro de que realmente haya algo, aquellos que lo han intentado no volvieron, o no que nosotros sepamos...
Dicen que no hay nada que valga la pena, a veces me pregunto que hay acá que si lo valga...aunque no es algo que suela hacer, estamos muy ocupados todo el dia haciendo...algo...no se bien que.
Llega la noche, y la comida ya no importa, otro día mas, otro plato mas, ni siquiera estoy seguro que la noche haya llegado realmente, poco importa ya igualmente.
Extraño la epoca en que teniamos un medio de comunicación que no fuese el salir al balcón y gritarse con algún vecino, casi no recuerdo esa epoca ya, pero luego de terminar la comida me quedo sentado en mi cama, viendo a la pared, sin nada que hacer ni pensar, asi nos quieren, asi les gusta. A veces me quedo viendo por la ventana, la unica que tengo, las historias de las demas familias o habitantes de esos infinitos departamentos uno pegado al lado del otro. Nadie tiene mucho que decir o mostrar realmente...
Llega la mañana, y otro cuerpo amanece afuera, tirado, el del día anterior desapareció durante la noche, nadie sabe a donde se lo han llevado, ni quien.
A caso habrá alguien que maneje todo esto, que nos maneje a nosotros, como dicen?
El tiempo no alcanza para pensar en esas cosas, estamos muy ocupados, haciendo nada...
Y el tiempo pasa, y nada parece cambiar.
Que estara pasando alla arriba? Donde los hilos son manejados...
Realmente no importa, nos acostumbraron a no tener tiempo.
Extraño la luz pura y calida del sol, estoy cansado de esta bruma verde, humeda y helada que tapa las calles, dándole un aspecto mas lugubre del que ya tiene.
Extraño el verde de los parques, aunque solo lo haya visto en sueños o historias.
Extraño la brisa del mar, aunque solo la haya sentido gracias a historias de extraños.
Anhelo escalar una montaña, aunque no sepa ni que forma tiene.
Necesito agarrar con mis manos la arena, aunque no sepa que se me va a escurrir por todas partes.
Me gustaría sentir el aroma de una flor, y conocer que se siente su tacto.
Me encantaría sentir el fluir del agua por todo mi cuerpo, limpiando cada uno de mis poros.
Me gustaria vivir junto al mar, y poder admirar la inmensidad desde mi ventana.
Las esperanzas las perdí hace tiempo.
Había olvidado esa palabra, esa hermosa palabra que nos hace despertar a la mañana siguiente, que nos impulsa a vivir un día mas.
Se que no soy el único que olvidó esa palabra, y es por eso que día tras día, cada uno al salir de su apartamento, en esa mañana oscura a la cual ya estamos acostumbrados, se arrastra, como un muerto viviente, con una misión bien clara, llegar a su puesto.
Ahora aguardo sentado, tranquilo; podría irme, escapar, de esta mugrosa ciudad, pero nos enseñaron a evitar esos comportamientos.
Seguramente aquel vehículo endemoniado se estará acercando hacia acá, para llevarme, para nunca mas volver a ver la luz del día. La Oficina de Planeamiento y Control para las Defunciones, que clase de lugar será ese? que horrores me aguardarán tras sus puertas negras, que nadie nunca ha visto.
El problema fue, claro, que utilicé mi tiempo en algo productivo.
Pensar.

Thursday, June 19, 2008

Otoño

Como todos los años, llega con su brisa arrancando suavemente las hojas secas de los árboles.
Como todos los años, llega con su tenue y cálida luz.

Como todos los años, nos trae una respiro al calor agobiante del verano.

Como todos los años, alfombrás el piso de un marrón anaranjado, que cruje bajo los pies de los transeuntes.

Pido perdón por haber olvidado tu llegada, y prometo recordar tu partida.
Simplemente el mundo, ya no es lo que era, yo, ya no soy el que era
y olvidé, simplemente olvidé.

Como todos los años traés el paso del tiempo, y la esperanza de lo que vendrá.


gracias.