Monday, March 22, 2010

Otoño, por siempre Otoño

Otoño, 21/03/2009.

Noc Noc,
-: QUIEN ES??!! - Preguntó el Verano, mientras deglutía todo lo que podía.
-: Soy yo... - dijo el Otoño, vestida con su mejor vestido de Sauce Llorón.
-: QUE QUERÉS?! - preguntó el Verano, sentado en su crapulencia
-: Seguir con el ritual, respetar el paso del tiempo... - contestó el Otoño con su mejor máscara diplomática.
-: ESTOY DEMASIADO CÓMODO ACÁ COMO PARA MOVERME - le retrucó el Verano, que luego de una ardua tarea, durante tres meses - y viendo que le llegaba el momento de irse - se encerró en aquella habitación, y se puso a devorar todo lo que podía.
-: Pero...no se puede hacer eso, no es lo correcto, no es lo que estamos mandados a hacer... - insistió el Otoño, viendo que iba a ser difícil convencerlo.
-: MMMM, NO, LA VERDAD QUE NO, ME PARECE QUE POR EL MOMENTO ME VOY A QUEDAR, UN RATO MAS, NO MUCHO, ¿QUE ES LO PEOR QUE PUEDE PASAR? SI TOTAL, A NADIE LE IMPORTA REALMENTE... - terminó la conversación el Verano, con su armadura ya hinchada por tanto alimento consumido.

El Otoño, rindiéndose ante el capricho del Verano, se marchó, al paso que hacía crujir las hojas secas en el piso, creando un sonido hermoso para cualquiera que le interesara escucharlo, sin antes prometer que regresaría...muy pronto, y con refuerzos...


Otoño 21/03/2010

Noc Noc.
-QUIEEN?!! Pregunta él; aquel que cree haber ganado ya, aquel que se regocija en su petulancia, aquel que todo cree poder ver y saber, aquel que está condenado...

Pues los ciclos se continúan, uno tras otro tras otro, en un interminable ir y venir, y el Verano que otra vez vino, sentado en el trono del clima, en la torre mas alta del castillo mas grande, sobre la montaña mas impresionante jamás vista por ojo humano, no desea marcharse, otra vez.

Noc Noc, vuelve a tocar su sucesor.
-YA SE QUIEN SOS, YA SE LO QUE QUERÉS, Y DE MI NO LO VAS A OBTENER; ACÁ ESTOY Y ACÁ ME QUEDO. Dice testarudamente el Verano, mientras desgarra con los dientes un trozo de carne semi cocinada.

Noc Noc...
-AAAHHH, YA TE DIJE QUE NO VAS A LOGRAR NADA, EL AÑO PASADO APENAS PUDISTE...
Al tiempo que decía estas palabras se levantaba de su cómoda silla y se dirigía a abrir la puerta, pero no pudo terminar la frase al encontrarse frente a un ejército que llegaba hasta el horizonte y mas allá, mucho mas.
Este estaba formado por toda clase de plantas, arbustos, flores, insectos, animales y para coronar, la armada de élite conformada por los árboles mas fuertes y robustos que habitaban sobre la tierra.
Pero no solo se encontraban sobre las filas especies pertenecientes al Otoño, no claro que no, pues este había jurado hace exactamente un año volver, y hacerlo con refuerzos, y así fue que el Invierno si bien no en todo su esplendor, le obsequió parte de sus especies y criaturas.
El Otoño previsor, ahora tenía una ventaja sobre el Verano arrogante y despreocupado.

Este último sin embargo, siempre alerta, aunque no lo luciese, contaba con una comitiva siempre a sus espaldas, lista para el asedio.
Con un simple movimiento despejó la puerta, y dejó entre ver, que detrás del trono y desafiando las leyes de la lógica espacial, se encontraba un impresionante ejército con los mas hermosos colores florales y los mas atrevidos y enmarañados árboles.

Lo que aconteció en ese campo de batalla poco puede ser descripto, pero ciertas escenas quedaron registradas por algunos ojos curiosos:

La contienda comenzó con un grupo de abejas y pájaros carpintero amantes del calor y del sol que se lanzaron al ataque, los primeros se encargaron de los animales, y los segundos de los árboles siguiendo cada uno su especialidad.
Pero un roble honorable y resistente a los climas mas crudos no puede ser vencido fácilmente por un simple pajarito; no duraron mucho tiempo en el aire.
Un grupo de koalas y perezosos de clima templado intentaron despejar de sus hojas a una comitiva de eucaliptos, pero rápidamente la retaguardia de arrayanes con sus intrincadas ramas y su color anaranjado se encargaron de enmarañar el intento de ataque.
Por el flanco izquierdo un grupo de robles del mediterráneo se enfrentó contra los robles de Norteamérica, y el resultado fue rápido y fulminante, la madera suave de un clima templado no puede enfrentarse victoriosa contra una madera resistente a las mas frías temperaturas invernales.
Los osos del norte, expertos en el arte de la miel disiparon rápidamente los intentos de las abejas; mientras los insectos del Otoño rápidamente cayeron presa de las hermosas flores de Verano.

Las gaviotas, amantes de la temporada de playa se encargaban de escrutar todo lo que sucedía, desde lo alto y reportar las novedades al jefe supremo, que desde lo alto del castillo dirigía sus fuerzas.

El Otoño, del otro lado del campo, sobre un monte y admirando el leve y apacible movimiento de un estanque, agitaba sus infinitos brazos de sauce llorón, diseñando constantemente una nueva estrategia. Sus informantes eran las lechuzas, que con sigilo y astucia se entrometían con facilidad entre las líneas enemigas.

El sol comenzó a asomar por detrás del castillo, el amanecer estaba aconteciendo, y con él el poder del Verano crecía.
Por el flanco derecho un grupo de conejos de ojos rojos que se dirigía a toda velocidad a devorar las flores, perdió su rumbo en unos pastizales de impresionante altura, pastizales que las vacas no lograban digerir a tiempo.

Una bandada de pelícanos se abalanzó por el cielo, y soltando agua que almacenaban en sus profundas bocas, mojaron a los arrayanes, los cuales se tornaron de un tranquilo anaranjado a un rojo sangre; esto despertó la ira de los toros, que hasta el momento se habían mantenido en la retaguardia del Verano.
Estos arremetieron a toda velocidad contra sus enemigos carmesí, haciendo que estos soltaran a sus presas, los koalas y perezosos, los cuales a su vez quedaron libres para disfrutar de los eucaliptos a sus anchas.
Las hormigas, laboriosas y preparadas, sin titubear comenzaron el arduo ascenso por el tronco de los eucaliptos, y sin problemas pudieron entrometerse entre estos y sus atacantes, haciéndolos caer sobre un estanque de agua, en donde un grupo de carpas los estaba esperando con sus bocas a todo abrir.

El oso hormiguero intentó succionar a las hormigas, pero su alargada y delgada boca fue taponada por una tela de araña.

Unos ojos escudriñaban el escenario desde lo lejos, bien atentos a cada detalle, ente las sombras, sin ser vistos, excepto tal vez por las lechuzas; eran los gatos, siempre indiferentes a todo, que con su visión privilegiada y su oído sin igual, estaban atentos a la marcha de la batalla, para poder decidir un bando.
Uno de ellos expuso: "si gana el Verano, vamos a poder disfrutar del calor que tanto amamos, todos los días. Pero si gana el Otoño, vamos a sufrir del frió que tanto detestamos."
A lo cual el resto asintió con entusiasmada afirmación.
En eso una de las lechuzas se acercó, astuta y tan sigilosa como los gatos mismos, y dijo: "si gana el Verano, van a tener calor todos los días, y tanto va a ser así, que se van a olvidar de él, pues no notarán la diferencia; en cambio si gana el Otoño, yo les aseguraré un hogar a cada uno, para que puedan calentarse, y así realmente van a poder disfrutar del calor, a causa de la ausencia del mismo."
Con estas simples palabras los gatos no tardaron en convencerse, iban a poder disfrutar mas del calor, si no lo tenían, a que si lo tenían todos los días, y esta sola idea bastó para regodearlos.

Con una velocidad de caza, se abalanzaron sobre los toros que con sus cuernos seguían astillando a los arrayanes, sus uñas curvadas lograron aferrarse efectivamente en la dura piel de estos cornudos animales, y mas temprano que tarde los hicieron huir despavoridos y doloridos.

De repente, en el horizonte, una nube negra e informe se desplazaba a gran velocidad, eran los mosquitos, que con el aumento del calor se deleitaban del elixir rojo.
Los animales de Otoño rápidamente intentaron replegarse, pero aquellos astutos y veloces insectos les ganaron de mano, obligándolos a rascarse y saciarse y dejándolos fuera de combate.

Por un costado del castillo, y sobre una lomada, un grupo de ruidosos leones hizo su aparición, haciendo estremecer el suelo con sus rugidos, pero la naturaleza vaga y perezosa de estos 'reyes' de la selva, no les permitió ni siquiera llegar al campo de batalla, y en su lugar se entretuvieron con unos puerco espines que se habían acurrucado en forma de pelota.

La contienda de a poco se torcía hacia el Verano.

El calor iba en aumento, y los osos y búfalos comenzaron a agotarse, al mas mínimo movimiento sentían la garganta sedienta, y constantemente debían replegarse hacia la retaguardia, donde los salmones rosados remando contra la corriente, montaban una carpa que suministraba líquido.
Un intento de sabotaje por parte de las pirañas fue reprimido gracias a las plantas de las profundidades del río, las cuales enredaron en sus múltiples y movedizos brazos a estos carnívoros despiadados.

Pero... La aparición de los alerces y la llegada de un viento frío, dio vuelta el marcador.
Como una avalancha desde lo alto de la montaña, asomaron velozmente los alerces milenarios, que con sus incontables años y experiencia arrasaron los campos de flores, y tumbaron a los pocos robles del mediterráneo que quedaban en pie. El frió por su parte hizo huir a los mosquitos, dejando libres a los animales de Otoño.

El Verano estaba perdido.

Con su mejor traje de Sauce Llorón el Otoño avanzó por el campo de batalla; a su paso todo lo que había caído se levantaba, todo lo que se había partido, se rearmaba, lo que se había perdido se recuperaba, y así con paso firme y decidido alcanzó la puerta del cuarto del trono, aquel que se encuentra en la torre mas alta del castillo mas grande, sobre la montaña mas impresionante jamás vista por ojo humano.

Noc Noc Noc...

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